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Verde, púrpura, rosa, amarillo o incluso marrón. Tan variados son los tipos de colores y texturas del higo como las maneras de introducirlo en nuestra rica gastronomía. 

Los higos tienen un sabor dulce y único, una textura suave y gomosa, y están llenos de semillas crujientes y comestibles. Por su dulzura natural, antes de que hubiera azúcares refinados, se usaban para endulzar. Cuando están frescos son delicados y perecederos, por eso a veces se secan para preservarlos. Así se produce un fruto seco y dulce que se puede disfrutar en cualquier momento.

Ahora prepara tu mejor cara de sorpresa porque, ¿sabías que la higuera es uno de los árboles más antiguos del mundo? El ser humano ya lo conocía y recolectaba antes del año 9.000 a.C., mucho antes que las cerezas. De hecho, según hemos averiguado, se adelantó en más de 1.000 años a cereales como la cebada o el trigo. 

Por ejemplo, encontramos referencias a este particular producto en la Biblia, donde se recoge que los higos son frutas del jardín el Edén, ubicado en Mesopotamia, en el corazón de Iraq. Por otra parte, Mahoma dijo que “si hubiese una fruta que pudiera llevar al paraíso sería el higo” y la revelación para fundamentar el budismo le llegó a Sidharta al reposar bajo una higuera. 

Además, en Grecia, durante los Juegos Olímpicos, los atletas ganadores recibían coronas de hojas de higo y eran premiados con jugosos higos frescos. Allí la pasión por los higos fue tal que una ciudad tenía el nombre de la fruta, Sykos, donde se prohibió su exportación para no desabastecer al comercio local. 

Y, por si todo esto fuera poco, nutricionalmente son una gran fuente de azúcares naturales, fibra y minerales como el calcio o el potasio. Así que cuando disfrutes de un higo recuerda que estás dándole un mordisco una de las historias más dulces de este planeta.